lunes, 9 de mayo de 2011

De petirrojos y otros volátiles.

Salir al campo es siempre una aventura, la naturaleza nunca deja sorprendernos cuando nos acercamos con curiosidad. Pero a veces ofrece regalos que nos hace sentirnos especialmente afortunados.
Petirrojo
Uno de estos casos me ocurrió hace cosa de una semana en el sendero del Majaceite entre El Bosque y Benamahoma. Hace la tira de años que no recorría esta ruta, no porque no me interese, sino porque suele estar demasiado transitada para mi gusto. Prefiero sitios más solitarios, pero esta vez íbamos mi amigo Javier y yo, un jueves que ambos podíamos, buscando una planta muy especial. No la encontramos, pero esta es otra historia; la contaré cuando por fin encontremos la esquiva plantita.
Pico picapinos
Íbamos por el sendero cuando en un tramo del río vimos un petirrojo dando saltitos en la orilla. Automáticamente desenfundo mi cámara con la esperanza de poder tomarle una foto – debo decir que ahora tengo una Panasonic FZ28 – pero con el convencimiento de que en cuanto la tenga preparada se va a alejar volando. Para mi sorpresa sigue buscando su alimento sin preocuparse de mí, así que tras tomarle unas fotos apresuradas a pulso, decido arriesgarme a desplegar el trípode. Lo consigo y me permite sacarle unas cuantas fotos más a placer, mientras se acerca descaradamente. Pero no queda ahí la cosa. Unos pasos más adelante vuela un pico picapinos y se posa en un tronco a pocos metros, mientras que en la orilla del río aparece un macho de curruca capirotada, no tan confiado como el petirrojo pero se acerca bastante.
Curruca capirotada
Estas casualidades no suelen repetirse pero, por si acaso, a la vuelta traía la cámara montada y el trípode desplegado. La suerte seguía conmigo. Apareció la curruca y también el petirrojo. O mejor los petirrojos, porque en un momento dado tenía tres a la vista. Iban siempre separados, recorriendo la orilla corriente abajo, buscando bichitos para comer, y me pareció que cuando terminaban el tramo volaban en sentido contrario para repetir la operación. Esta vez alguno de ellos se acercó tanto que prácticamente se metió entre las patas del trípode.
Otro petirrojo (o el mismo de antes)
Solo de petirrojos ya hice más de cuarenta fotos. Sé que ninguna va a ganar un concurso, ni lo pretendo, pero unas cuantas me gustan bastante y disfruto enseñandolas a los amigos y a la familia. No tengo equipo para digiscoping, ni mi cámara tiene la calidad de una reflex, ni siquiera tuve que trabajar  mucho las fotos acechando y escondiéndome. Fue simplemente suerte. Un regalo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario