jueves, 19 de mayo de 2011

Los islotes del Beagle

El 31 de diciembre de 2006, recién llegado a Ushuaia, no sabía muy bien qué hacer. Era mi primera campaña antártica, viajé solo y aún no había localizado a ninguno de los compañeros que atravesarían conmigo el Drake, así que me decidí por la visita más clásica.
Colonia de cormoranes reales
En el muelle turístico de Ushuaia se puede encontrar una amplia oferta de barcos que te llevan a dar un paseo por el Canal del Beagle. Las rutas pueden diferir, igual que el tamaño de los barcos, pero al final todos los visitantes acaban con una foto del mismo faro pintado de rojo y blanco. Como en Ushuaia la publicidad dicta que todo es “del fin del mundo”, dicho faro es para mucha gente El Faro del Fin del Mundo. Pero el que dio lugar a la novela de Julio Verne estaba en la Isla de Los Estados, también en Tierra del Fuego, pero fuera del Canal del Beagle, mientras que el de Ushuaia tiene el nombre de Les Éclaireurs (Los Iluminadores, en francés).
Cormoranes roqueros
Por consejo del chico que hacía el turno de noche en la recepción del hotel elegí un barco pequeño para visitar varios islotes del Beagle: nos llevó a la Isla de Lobos y a la de Los Pájaros, antes de desembarcar en una de las Islas Bridges.
Lobos marinos de un pelo
La visita resultó entretenida, pero el mejor recuerdo fue la impresión que me dejó el primer contacto con la flora y la fauna austral. Los lobos marinos de un pelo, o leones marinos, seguían sesteando sin hacer caso al barco que se acercaba; para mi gusto demasiado, tanto por el peligro de las rocas como por las molestias que podía ocasionar a los animales. Lo de “un pelo” se refiere a que tienen un solo tipo de pelo, a diferencia de los de “dos pelos”, que tienen pelos de dos tipos: unos más finos y suaves y otros más gruesos y ásperos. De éstos me ocuparé más adelante.
Gaviota gris merodeando entre cormoranes reales
De la misma manera visitamos colonias de cría de cormoranes roqueros y reales, con skúas y gaviotas grises rondando entre los nidos con intención de pillar algo que llevarse al pico.
El Canal del Beagle
Una de las razones por las que me embarqué esa mañana es que no encontré gente para hacer una ruta en Lapataia. Y debo confesar ahora que la otra fue el miedo que tenía a la travesía del Drake; necesitaba probarme como marinero pero, claro, no hay comparación posible entre el Beagle y el Drake.

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